María Booth y su apuesta por revolucionar el calzado chileno con cuero de piña
En 2021, cuando todo el mundo se confinaba en casa teletrabajando en pantuflas y zapatillas, María Elisa Booth (30) decidió renunciar a su trabajo como arquitecta y dedicarse 100% a la confección de zapatos. Hoy, en su tercer año de vida, María Booth es la única marca de calzado nacional que ofrece una línea totalmente vegana.
La idea partió en 2014, cuando Elisa cursaba su tercer año en la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Desarrollo. En realidad, fue más bien un encuentro fortuito: mientras paseaba por Barrio Victoria, conoció un maestro zapatero con el cual tuvo mucha afinidad y se le ocurrió encargarle la confección de un par de botines diseñados por ella.
El resultado la dejó más que satisfecha y orgullosa. Así comenzó con su “hobbie” de diseñar zapatos a pedido durante las tardes y fines de semana, almacenándolos en el dormitorio de su departamento en Santiago.
“Aunque no se note mucho, construir un zapato es parecido a construir una casa: tienen distintas piezas, hay que armar y hacer planimetrías”, cuenta Elisa. Por otro lado, está el trabajo artesanal, el valor por los oficios y lo hecho a mano. “Me di cuenta de que había una industria importante de calzado en Chile, una industria antigua que se estaba perdiendo por los zapatos importados de China. Rescatar este oficio antiguo basado en talleres, casi todos familiares, me pareció algo atractivo y muy bonito”, explica.
Sin embargo, Booth quería hacer algo distinto, quería innovar y apostar por una industria más consciente, más sustentable y responsable con el medio ambiente. Fue así que comenzó a experimentar con diversas fibras vegetales y probar su desempeño. “Algunos materiales no se adaptaban a nuestro proceso de producción, a nuestras máquinas de coser, por ejemplo, y otros de frentón no eran suficientemente resistentes, porque el zapato está expuesto a la humedad, a la tierra, a la lluvia”, comenta Booth.
Hasta que descubrió el cuero de piña. Este material fue desarrollado por la Dra. Carmen Hijosa como parte de su doctorado en el Royal College of Art de Londres y actualmente es promovido como una alternativa sustentable al cuero de origen animal.
Y es que este material basado en las fibras de la hoja de la piña es flexible, transpirable, resistente y se parece mucho al cuero, lo que lo convierte en un excelente sustituto.
“Existen muchas personas que no quieren consumir zapatos de cuero por ser un producto de origen animal, pero tampoco quieren consumir plástico porque contamina un montón. Entonces no hay mucho por dónde escoger. Nosotros estamos resolviendo ese problema y ofreciendo una alternativa distinta”, comenta Booth.
Hoy María Booth cuenta con 10 modelos de zapatos veganos que se integra a su familia de zapatos de cuero, sandalias, botines, bototos y hasta zuecos. Cuentan con un stock limitado de cada modelo y operan principalmente a pedido y con pre-venta.
La idea de expandirse siempre está en el horizonte. Comenzar una línea de calzado masculino o zapatos para niños, por ejemplo, está entre las opciones, pero también la posibilidad de llegar a otros países.
“Nuestro proceso de internacionalización está en fase piloto”, comenta Elisa, y agrega que, gracias a un fondo de CORFO, en mayo de este año viajarán a Alemania para mostrar sus productos a distintas empresas.
Mientras, están investigando sobre la trazabilidad del cuero, del plástico y de la piña para poder entregar cifras concretas a sus consumidores sobre el impacto de sus productos.
“Nuestro foco es el consumo responsable, darnos cuenta de que sí existen otras opciones viables para la industria, no sólo trabajando en torno a nuevos materiales, sino también cambiando los paradigmas de consumo para que los clientes comiencen a cuestionarse sobre quién hace los zapatos, con qué sueldo, con qué régimen de trabajo”, explica Elisa.
Junto con la sostenibilidad y la visión de Triple Impacto, el corazón de este proyecto está en el valor por los oficios y el trabajo artesanal. Actualmente trabajan con tres talleres de maestros zapateros que se han atrevido a trabajar con el cuero de piña, lo cual ha implicado un proceso de aprendizaje y adaptación. “Ellos llevan más de 40 años realizando calzado y las fibras vegetales sí tienen un manejo distinto, pero hemos tenido super buena recepción”, comenta Elisa.
La recomendación y el boca a boca han sido clave para este emprendimiento. Algunos llegan por curiosidad y otros por convicción, pues los zapatos de María Booth no sólo resignifica el oficio tradicional de la zapatería, sino que además promueve la economía local y el trabajo a baja escala.
El año pasado crecieron un 50% en ventas con respecto al 2021, y aunque aún no alcanzan su máxima capacidad productiva de 5 mil zapatos, esperan seguir creciendo.